En realidad es tía-abuela, aunque para mi es mucho más. Nunca conocí a mis abuelas, ya que ambas murieron muy jóvenes. Pero desde el momento en que nací mi tia Mari Paz ocupó el lugar de mi abuela materna. Y no ha existido en la tierra abuela mejor.
Proveniente de una familia numerosa su padre murió aún jóven y mi bisabuela Anastasia quedó a cargo de sus hijos en soledad; no sólo para criarles, sino también para alimentarles. Toda su vida la pasó trabajando para poder sacar adelante a sus hijos y lo hizo dignamente. Cuando fueron capaces de valerse, siguiendo el ejemplo de su madre, empezaron a trabajar: a la mar ellos a la fábrica ellas. Casaron los hijos pero, al morir mi abuela Miren, Anastasia se vió de nuevo a cargo de dos niñas, mi madre y mi tía. Con duro trabajo y ayuda de sus hijos, lograron salir todos adelante.
Mi tia Mari Paz es la última de mis queridos tios que nos queda. Todos sus hermanos se fueron apagando: Marcel en la mar, intentando salvar a otro marinero de ahogarse, José Mari, Mi queridísimo tío Félix -que fué como mi abuelo y que murió en la habitación donde duermo yo ahora- tras una ajetreada y dura vida se marchó y el último fué mi tio Bitorio, tras unos años de destructivo Alzheimer que nos lo fué robando poco a poco.
La vida de mi tía no fué fácil. Estando mi tio en la mar tuvo que criar a sus seis hijos en un piso pequeño mientras ayudaba a mi bisabuela con mi madre y mi tía Gurutze. Y lo hizo excelentemente; todos sus hijos se ganan la vida más que dignamente y han estudiado. Fué viendo como sus seres queridos se iban mientras ella se aferraba a la vida, con ilusión por el porvenir, disfrutando de sus hijos, nietos y sobrinos. Ni una histerectomía ni una enfermedad del corazón hicieron mella en su humor. Ni tampoco una lesión en la piernas de las que soy responsable.
Tenía yo dos años y mis padres me habían dejado en su casa a su cargo. Fué a bajarme a la calle para jugar y yo hice algún movimiento extraño. La desestabilicé y nos precipitamos por un tramo de la escalera. Para que no me pasara nada ella recibió todo el golpe en las piernas y se hizo una avería. Varias operaciones y dolores para toda la vida como resultado, pero ella siempre me ha demostrado su amor.
Nunca olvidaré lo bien que me cuidaba y cómo me defendía. Con qué cariño me preparaba los huevos fritos con patatas más ricos del mundo. Yo era muy mal comedor y era lo único que toleraba fuera de casa. Y ella siempre me los daba para comer cuando iba a su casa.
Ahora está en el hospital y no sabemos si saldrá. Sólo quería rendirle un pequeño homenaje y decirle, desde aquí, que la quiero.
Asko gutsut izeko.
Proveniente de una familia numerosa su padre murió aún jóven y mi bisabuela Anastasia quedó a cargo de sus hijos en soledad; no sólo para criarles, sino también para alimentarles. Toda su vida la pasó trabajando para poder sacar adelante a sus hijos y lo hizo dignamente. Cuando fueron capaces de valerse, siguiendo el ejemplo de su madre, empezaron a trabajar: a la mar ellos a la fábrica ellas. Casaron los hijos pero, al morir mi abuela Miren, Anastasia se vió de nuevo a cargo de dos niñas, mi madre y mi tía. Con duro trabajo y ayuda de sus hijos, lograron salir todos adelante.
Mi tia Mari Paz es la última de mis queridos tios que nos queda. Todos sus hermanos se fueron apagando: Marcel en la mar, intentando salvar a otro marinero de ahogarse, José Mari, Mi queridísimo tío Félix -que fué como mi abuelo y que murió en la habitación donde duermo yo ahora- tras una ajetreada y dura vida se marchó y el último fué mi tio Bitorio, tras unos años de destructivo Alzheimer que nos lo fué robando poco a poco.
La vida de mi tía no fué fácil. Estando mi tio en la mar tuvo que criar a sus seis hijos en un piso pequeño mientras ayudaba a mi bisabuela con mi madre y mi tía Gurutze. Y lo hizo excelentemente; todos sus hijos se ganan la vida más que dignamente y han estudiado. Fué viendo como sus seres queridos se iban mientras ella se aferraba a la vida, con ilusión por el porvenir, disfrutando de sus hijos, nietos y sobrinos. Ni una histerectomía ni una enfermedad del corazón hicieron mella en su humor. Ni tampoco una lesión en la piernas de las que soy responsable.
Tenía yo dos años y mis padres me habían dejado en su casa a su cargo. Fué a bajarme a la calle para jugar y yo hice algún movimiento extraño. La desestabilicé y nos precipitamos por un tramo de la escalera. Para que no me pasara nada ella recibió todo el golpe en las piernas y se hizo una avería. Varias operaciones y dolores para toda la vida como resultado, pero ella siempre me ha demostrado su amor.
Nunca olvidaré lo bien que me cuidaba y cómo me defendía. Con qué cariño me preparaba los huevos fritos con patatas más ricos del mundo. Yo era muy mal comedor y era lo único que toleraba fuera de casa. Y ella siempre me los daba para comer cuando iba a su casa.
Ahora está en el hospital y no sabemos si saldrá. Sólo quería rendirle un pequeño homenaje y decirle, desde aquí, que la quiero.
Asko gutsut izeko.
3 comentarios:
Como escarpias, cabrón!
Mucho ánimo y suerte!!
Más personas como tu tia tendria que haber por el mundo
Muchas gracias por el interés, amigos.
He hablado con mi madre y parece que mi tía evolucina bastante bien. Le han extirpado un trombo que tenía en un brazo, pero no pueden operarle el de la cabeza; para este último le han inyectado uno a ver si se disuelve.
A ver si todo va bien.
Muchas gracias de corazón.
Publicar un comentario