Abro el debate, amigos: Cuando una máquina de vending te cobra pero el producto se queda encajonado, ¿es lícito empujar y golpear la máquina? ¿o tienes que jorobarte y sacar otra cosa o quedarte sin nada? Y, si se atasca el producto porque está muy apretado o incorrectamente colocado y empujas la máquina y esta se estropea ¿es culpa del que la ha empujado o del que colocó los productos?
Digamos que hay una oficina con un montón de Pringlebrowns jóvenes que tienen un breve descanso no estipulado para recargar fuerzas. Hay una vending que ofrece refrescos, otra con patatas, palmeras y sandwitches y una de café. Baja una jóven Pringlebrown cuyo nombre empieza por H de Hulka o Z de Zetapé. Esta jóven, ansiosa y hambrienta, inserta unas pocas monedas de su, duramente ganado, dinero en la segunda de las máquinas y selecciona unos Chasquis barbacoa. Ocurre que los Chasquis de Facundo son alargados, y están colocados de tal manera que se pinzan unos con otros y no caen. La jóven, hambrienta, pedirá ayuda a un lozano, y dulce burrito azúl. Sacuden juntos el funesto aparato pero no caen los aperitivos salados; en su lugar cae una chocolatina. El burro, delicado y cuidadoso, decide no seguir zarandeándo el autómata y se sienta con sus compañeros. Z, con una cabezonería digna de reprimenda, decide invertir otros 70 céntimos de euro para intentar, sacándo otra bolsa del mismo cajetín, que caigan los dos. No es un buen plan: cae el primero, pero el segundo queda atorado.
Pero, ¡oh, avieso destino! Baja otro Pringlebrown, aficionado a zarandear máquinas y a conseguir sacar comida -gratis-, y no puede evitar, al ver a la damisela -hombruna- en apuros, darle unas buenas sacudidas a la pobre e indefensa máquina. Reanudan, con denodadas energias, los empujones, tirones, golpes y hostias en vinagre. El burrito, alarmado por los ruidosos golpes del chisme contra la pared, se levanta y ve, con gran susto, que dos bandejas de cajetines se han soltado de sus anclajes y se bambolean al merced de dos brutos con subidón de adrenalina. Les dice que paren y paran. El aparato pierde líquido, pero los jodidos Chasquis de los huevos siguen agarrados, como un lemur bebé a su madre lemur. El tierno pollino azul dá un último empujoncito y... ¡zas! se apagan todas las luces. Coma profundo para la máquina y los Chasquis se mantienen como garrapatas. Eso sí, un Twix y un Huesitos -Yellow Bastard- son victimas colaterales de la trifulca.
Y la pobre chica se ha comido una pequeña bronca por confesar. La tonta que ha pagado el pato.
Digamos que hay una oficina con un montón de Pringlebrowns jóvenes que tienen un breve descanso no estipulado para recargar fuerzas. Hay una vending que ofrece refrescos, otra con patatas, palmeras y sandwitches y una de café. Baja una jóven Pringlebrown cuyo nombre empieza por H de Hulka o Z de Zetapé. Esta jóven, ansiosa y hambrienta, inserta unas pocas monedas de su, duramente ganado, dinero en la segunda de las máquinas y selecciona unos Chasquis barbacoa. Ocurre que los Chasquis de Facundo son alargados, y están colocados de tal manera que se pinzan unos con otros y no caen. La jóven, hambrienta, pedirá ayuda a un lozano, y dulce burrito azúl. Sacuden juntos el funesto aparato pero no caen los aperitivos salados; en su lugar cae una chocolatina. El burro, delicado y cuidadoso, decide no seguir zarandeándo el autómata y se sienta con sus compañeros. Z, con una cabezonería digna de reprimenda, decide invertir otros 70 céntimos de euro para intentar, sacándo otra bolsa del mismo cajetín, que caigan los dos. No es un buen plan: cae el primero, pero el segundo queda atorado.
Pero, ¡oh, avieso destino! Baja otro Pringlebrown, aficionado a zarandear máquinas y a conseguir sacar comida -gratis-, y no puede evitar, al ver a la damisela -hombruna- en apuros, darle unas buenas sacudidas a la pobre e indefensa máquina. Reanudan, con denodadas energias, los empujones, tirones, golpes y hostias en vinagre. El burrito, alarmado por los ruidosos golpes del chisme contra la pared, se levanta y ve, con gran susto, que dos bandejas de cajetines se han soltado de sus anclajes y se bambolean al merced de dos brutos con subidón de adrenalina. Les dice que paren y paran. El aparato pierde líquido, pero los jodidos Chasquis de los huevos siguen agarrados, como un lemur bebé a su madre lemur. El tierno pollino azul dá un último empujoncito y... ¡zas! se apagan todas las luces. Coma profundo para la máquina y los Chasquis se mantienen como garrapatas. Eso sí, un Twix y un Huesitos -Yellow Bastard- son victimas colaterales de la trifulca.
Y la pobre chica se ha comido una pequeña bronca por confesar. La tonta que ha pagado el pato.
6 comentarios:
madre mia que bien os lo pasais jaja
La máquina de refrescos de aquí o te traga la pasta o te saca 8 coca-colas por 1 xD
sois unos exagerados tampoco le hemos dado con tanta fuerza.....
para una vez que meneo la máquina...
Las marcas de la máquina en la pared dicen lo contrario, Hulka...
De todas maneras, espero que esto valga para que el tip@ que viene a rellenar la máquina se preocupe un poco más de donde coloca las cosas. A ver si no tenemos que andar a empujones .... si la máquina nos dier a lo que queremos no habría problema!!
Sino le zarandearás violentamente hasta que vomite sangre y/o se desnuque...
¿Alguien se siente culpable, David?
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