Para el que no lo sepa, Clickair es la división low-cost de Iberia. Aunque no es precisamente la compañía más low-cost que conozco, es posible encontrar, con suficiente tiempo de antelación, vuelos baratos.
En lo que llevamos de mes he volado cuatro veces con clickair. En tres de estos vuelos la experiencia ha sido correcta, aunque con algunas pegas: los asientos en los aviones de Clickair estan tan juntos que, prácticamente, no existía postura en la que no tuviese mis piernas comprimidas contra el asiento de delante -sólo las plazas junto a las salidas de emergencia de las alas tienen un espacio normal, que es donde se sentó Iribar-; además, todo equipaje que se vaya a facturar hay que pagarlo junto con el billete: 9€ por maleta/vuelo.
Pero la peor experiencia, sin duda, fué en el vuelo de Berlín a Barcelona, el 12 de abril. Hubo algún problema en tierra y el embarque se produjo con una media hora de retraso respecto al horario previsto. Como, por lo visto, una de las premisas de la compañía es la exquisita puntialidad, nos metieron en el avión como borregos, con prisas. Sólo les faltaba la vara para azotarnos, vamos. Y una vez en el avión nos encontramos con las azafatas -ellas prefieren ser llamadas auxiliares de vuelo, pero unos cojones las voy a llamar así- más bordes y desagradables -y feas- que he conocido. A la puerta dos dando la bienvenida, dando los buenos dias con una cara y un tono que parecían querer decir "que asco dais, a ver si os dais prisa". Yo le miré con mi mejor cara de "si tu eres borde yo borde y medio, rubita". Pasado este trance, y una vez localizados nuestros asientos, intenté colocar nuestros bártulos en el compartimento para equipaje de mano. Como iban con prisa, una de las azafatas me dijo, textualmente, "siéntense que yo les coloco las cosas, que están esperando para entrar". Así, más seca que una estaca en el desierto del Gobi, la desgraciada... Y al salir lo mismo, azafatas cara de perro.
Pero no acabaron aquí los problemas con este vuelo, no. Según las pantallas informativas del aeropuerto del Prat, debíamos recoger nuestras maletas en la cinta 23. Tras más de 15 minutos de espera y sin que mediara información, alguno de los pasajeros se dió cuenta de que su maleta ya había salido... por la cinta 24. Y cuando por fin recojo la mía ¡toda la parte trasera de mi maleta está empapada! ¡una maleta por la que había pagado 18€ para ser facturada! Y la única solución que me dieron es ¡poner una puta hoja de reclamación y esperar a que se pongan en contacto conmigo! Cosa que, probablemente, no harán. Me dieron unas ganas de quemarles el chiringuito...
Pese a todo la experiencia no ha sido tan mala. Aunque, tal vez sería mejor decir que no ha sido peor que con cualquier otra compañía.
Otra cosa que me tocó un poco los cojoncillos fué cierta publicidad de Vueling, donde decian que, por un suplemento sobre el precio del billete, podías acceder a asientos con más espacio. Es decir: primero apretujan los asientos para que entre cuanta más gente mejor y, una vez normalizado ésto, intentan sacar los cuartos a las personas que, sin ser enormes, por su altura las pasan putas en sus mini-plazas. De puta madre, colegas. ¿Hacer pagar más a alguien simplemente por ser algo más alto no es discriminación?
Asco de gente...
En lo que llevamos de mes he volado cuatro veces con clickair. En tres de estos vuelos la experiencia ha sido correcta, aunque con algunas pegas: los asientos en los aviones de Clickair estan tan juntos que, prácticamente, no existía postura en la que no tuviese mis piernas comprimidas contra el asiento de delante -sólo las plazas junto a las salidas de emergencia de las alas tienen un espacio normal, que es donde se sentó Iribar-; además, todo equipaje que se vaya a facturar hay que pagarlo junto con el billete: 9€ por maleta/vuelo.
Pero la peor experiencia, sin duda, fué en el vuelo de Berlín a Barcelona, el 12 de abril. Hubo algún problema en tierra y el embarque se produjo con una media hora de retraso respecto al horario previsto. Como, por lo visto, una de las premisas de la compañía es la exquisita puntialidad, nos metieron en el avión como borregos, con prisas. Sólo les faltaba la vara para azotarnos, vamos. Y una vez en el avión nos encontramos con las azafatas -ellas prefieren ser llamadas auxiliares de vuelo, pero unos cojones las voy a llamar así- más bordes y desagradables -y feas- que he conocido. A la puerta dos dando la bienvenida, dando los buenos dias con una cara y un tono que parecían querer decir "que asco dais, a ver si os dais prisa". Yo le miré con mi mejor cara de "si tu eres borde yo borde y medio, rubita". Pasado este trance, y una vez localizados nuestros asientos, intenté colocar nuestros bártulos en el compartimento para equipaje de mano. Como iban con prisa, una de las azafatas me dijo, textualmente, "siéntense que yo les coloco las cosas, que están esperando para entrar". Así, más seca que una estaca en el desierto del Gobi, la desgraciada... Y al salir lo mismo, azafatas cara de perro.
Pero no acabaron aquí los problemas con este vuelo, no. Según las pantallas informativas del aeropuerto del Prat, debíamos recoger nuestras maletas en la cinta 23. Tras más de 15 minutos de espera y sin que mediara información, alguno de los pasajeros se dió cuenta de que su maleta ya había salido... por la cinta 24. Y cuando por fin recojo la mía ¡toda la parte trasera de mi maleta está empapada! ¡una maleta por la que había pagado 18€ para ser facturada! Y la única solución que me dieron es ¡poner una puta hoja de reclamación y esperar a que se pongan en contacto conmigo! Cosa que, probablemente, no harán. Me dieron unas ganas de quemarles el chiringuito...
Pese a todo la experiencia no ha sido tan mala. Aunque, tal vez sería mejor decir que no ha sido peor que con cualquier otra compañía.
Otra cosa que me tocó un poco los cojoncillos fué cierta publicidad de Vueling, donde decian que, por un suplemento sobre el precio del billete, podías acceder a asientos con más espacio. Es decir: primero apretujan los asientos para que entre cuanta más gente mejor y, una vez normalizado ésto, intentan sacar los cuartos a las personas que, sin ser enormes, por su altura las pasan putas en sus mini-plazas. De puta madre, colegas. ¿Hacer pagar más a alguien simplemente por ser algo más alto no es discriminación?
Asco de gente...
3 comentarios:
Las 'mega' compañías son un asco todas, se aprovechan de su situación de poder para tratar a los clientes a patadas. Como telefónica que no me hacen una factura bien ni con amenazas.
tío.. estoy seguro que veo una imagen en tu mancha de la maleta...
creo que es el escudo del athletic...
deberias venerarlo desde este momento...
eso... o yo necesito mas tiempo libre...
La experiencia es guapa y con mucha sorna ,añadele los que tienen muchos kilos y me seguire riendome a tope.
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