







Soy usuario de desodorante Axe desde hace muchos años. Pese a que sus anuncios me parecen machistas y aburridos hasta el ridículo más extremo -salvo honrosas excepciones-, lo cierto es que sus fragancias son agradables y duraderas. Y lo que más me gusta es que no me dejan la axila pegajosa. Eso es muy importante.
Sí amiguitos. Para celebrar el reciente pringleversario, hoy, los pringles originarios, nos vamos a hacer una barbacoa como dios manda. Iremos a un merendero cerca de Unbe (N43,326720 W2,939420). Los encargados de comprar avituallamiento han sido Pringle Yunai y Pringle yo; hemos comprado:
De sobra es sabido que el concepto de pringlebrown se remonta al amanecer de los tiempos, cuando, en alguna cueva o arbol, el primer ser humano fué explotado. Sí, el concepto es casi tan antiguo como la prostitución, pero la palabra que da título a esta bitácora, que nos engloba y nos proporciona un sentimiendo grupal, no lo es; la palabra pringlebrown cumple hoy un añito. Un solo año y ya anda, bebe, fuma y... sexo no practica; no en vano fué parido en la más profunda Bizkaia.
Se sabe de los indios -los de india, no los nativos americanos- que no comen vaca, que son educados y respetuosos y se les dá estupendamente la programación. ¡unos cojones! Os cuento:Las primeras luces del alba, filtrándose a través de sus párpados, le despertaron. Sintió agudas punzadas en su cerebro y el sabor rancio y pastoso de la cerveza de la noche anterior. No recordaba nada. Sintió frio en su piel y olió el salitre; el ruido de las olas llego hasta sus oídos. No tenía la menor idea de dónde se encontraba.
___Algunos detalles volvieron, perezosamente, a su cabeza. Llevaba dos dias en Suecia. Su jefe le había encargado la compra de cierto material que, por lo visto, sólo podía adquirirse en aquel país. Se alojaba en un hotel en Marstrand y la noche anterior se dirigió al bar del hotel para tomar una copa. A juzgar por su situación actual, debieron ser muchas más.
Lentamente abrió los ojos, pero no pudo evitar que el sol del amanecer le cegara. Su vista no tardó mucho en acostumbrarse, pero su cerebro necesitó más tiempo para procesar lo que vió: una hermosa costa, un mar embravecido y el suelo, extrañamente lejano. Se encontraba a varios metros de altura, en una abertura semicircular de una antigua fortaleza. El pánico comenzó a apoderarse de él, pero logró serenarse. Tenía que bajar de allí de algún modo. Se asomó por el borde buscando asideros para apoyarse. Era inútil; necesitaba una escalera. ¿Cómo demonios había llegado allí? la juerga debió ser monumental.
___Desechó la idea de bajar por la pared. Sus cualidades atléticas siempre fueron nulas y, además, tenía una insoportable resaca. Hubiera sido un suicidio; mejor llamar a los bomberos. Y lo hubiera hecho, si no llevase años en una cruzada personal contra los teléfonos móviles. Se maldijo. Entendió que su única posibilidad era buscar a alguien por los alrededores que pidiese ayuda. Se volvió a asomar, pero no había nadie a la vista; aún era muy temprano. Gritó. Gritó con todas su fuerzas. Apoyó una mano para incorporarse y la sintió húmeda y pegajosa. -Espero no haberme meado- murmuró para si. Pero no era orina lo que tenía en la mano: era sangre. Sangre roja y tibia. Sangre procediente del cadáver de una preciosa rubia que yacía junto a él. Y entre ellos, la navaja regalo de su padre por su vigesimoprimer cumpleaños, manchada de sangre.
Anoche estuve viendo un interesante reportaje de investigación firmado por Jon Sistiaga que hablaba sobre el estado político-social de Korea del norte. Vamos, que hablaba de censura, de falta de libertades, de megalomanía, de Gulags -o su equivalente en koreano-, etcétera.
No cabe duda que para nuestra generación Pressing Catch fué un programa que nos marcó profundamente. Aún recuerdo aquellas mañanas de domingo en que me levantaba temprano, procurando no despertar a mis padres, para ver la lucha libre y humor amarillo.
Sí, lo confieso: Soy un misántropo recalcitrante. No me gusta la gente, no me gustan las aglomeraciones, no me gustan las multitudes. Me agobio cuando se junta mucha gente a mi alrededor; me molesta. Para mí, más de diez personas juntas constituyen una nación hostil a la que declarar la guerra. War on terror la voy a llamar.
Dicen que el mayor temor de un escritor es la página en blanco: ese momento en que se sienta a escribir frente a una página inmaculada y no puede; no le sale nada.