lunes, 9 de julio de 2007

Deontología de la odontología.

Buenos días, mis queridos lectores. He llegado hace un rato de mi visita al odontólogo.
Siempre he tenido muchos problemas con mi dentadura; no por la calidad de mis piezas dentales, sino por su independentismo e insumisión: cada uno salía donde le daba la gana y con la forma que considerase mejor. Llegué a tener un diente en el paladar y hueco para aparcar un camión entre mis incisivos superiores. Es más, tengo seis colmillos. Esto se debe a que mis premolares son deformes. No se nota pero tiene gracia. Y, ¿cual ha sido el balance? Una pequeña caries en una muela y una mancha en un premolar. Pero como el premolar tiene una forma harto ecléctica y no se sabe dónde tendrá los conductos -cita textual-, la odontóloga me ha dado cita para empastarme las dos. Por si acaso.
Se da la casualidad de que mi analista, Kiko, también ha tenido que ir al dentista. Le han cubierto una caries y tiene la boca como la duquesa de Alba.

Tanta coincidencia dental me ha hecho recordar cierto dato que oí en algún lado: Los dentistas estatales -generalizando- declaraban ganar de media unos 650€ al mes. Te blanquean los dientes, te ennegrecen el dinero. Creo que lo dijo alguien de algún sindicato; lo buscaré.

Me caen mejor los obstetras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo odio al dentista de mi pueblo el "de toda la vida". Le odio como dentista y como persona.
Me pone nerviosa a más no poder, respira como jadeando o resoplando, o algo así. Y eso a unos centímetros de tu cara no es nada agradable.
Y además es de lo más estúpido que conozco.
Aysssss, que bien hice en cambiar de dentista.