De sobra es sabido que el concepto de pringlebrown se remonta al amanecer de los tiempos, cuando, en alguna cueva o arbol, el primer ser humano fué explotado. Sí, el concepto es casi tan antiguo como la prostitución, pero la palabra que da título a esta bitácora, que nos engloba y nos proporciona un sentimiendo grupal, no lo es; la palabra pringlebrown cumple hoy un añito. Un solo año y ya anda, bebe, fuma y... sexo no practica; no en vano fué parido en la más profunda Bizkaia.
Hace 365 dias fui desplazado a cliente, para "enseñar" a los usuarios el nuevo y magnífico sistema SAP que les habiamos montado. Con bastante buen humor -pese a haber perdido la jornada intensiva- me puse el traje y la corbata -por aquella época aún llevabamos corbata-, y me dirigí a Igorre. Pero con tanto camión y tanta vaina no tardé mucho en despistarme y perderme. Cuando me di cuenta ya estaba en Durango y no llegaba a la hora ni de casualidad. Me preocupé bastante por llegar tarde el primer día; era mi primera salida de Cromañon y estaba donde Cristo perdió el botijo, iba a llegar tardísimo y daría muy mala impresión a los Chenchos -que todo el mundo sabe que son unos tipos muy serios, secos y cortantes-.
Llamé a Deivid -que ya llevaba dos dias desplazado a Tarabusi- y le dije lo que había pasado y aproveché para pedirle unas indicaciones.
Una media hora más tarde llegúe a Tarabusi. Desde luego por fuera no era ninguna maravilla de la tecnología; una garita de seguridad sin guardia, un monton de barracones cochambrosos, un parking para cuadrigas -o eso parecía-... Deivid salió para ayudarme a entrar y encontrar los despachos. Había algo raro en él; algo inusual: no llevaba ni traje ni corbata, el cabrón. Me vió, se rió y me dijo: "¡Uy! ¿no te dije que no hacía falta venir en traje?". Más de 30º y yo con traje como un gilipollas; empezamos bien.
Sobre nuestra estancia allí sólo diré que si no hicimos el mayor de los ridículos, el panoli y el imbécil fué, sencillamente, pura suerte. Nuestras capacidades técnicas se vieron superadas por el hecho de que no teníamos ni puta idea de cómo funcionaba el sistema de los cojones. Y esa fué la génesis de pringlebrown: en uno de los muchos ratos que aprovechábamos para escondernos en el despacho, lejos de los operarios, comenzamos a lamentarnos de la que nos había caido. Que si menudo marrón, que si que pringaos somos, pringle, brown,... ¡llegamos a pensar hasta títulos de pringlecanciones!
Ah, estando allí sufrimos un incendio y una inundación. Voló parte del techo, nos echaron arena en la fundición, los baños eran asquerosos y los chenchos... algún día os hablaré de ellos. Pero recordad: ¿qué es lo peor que te pueden hacer? Es el mantra de los pringlebrowns.
Hace 365 dias fui desplazado a cliente, para "enseñar" a los usuarios el nuevo y magnífico sistema SAP que les habiamos montado. Con bastante buen humor -pese a haber perdido la jornada intensiva- me puse el traje y la corbata -por aquella época aún llevabamos corbata-, y me dirigí a Igorre. Pero con tanto camión y tanta vaina no tardé mucho en despistarme y perderme. Cuando me di cuenta ya estaba en Durango y no llegaba a la hora ni de casualidad. Me preocupé bastante por llegar tarde el primer día; era mi primera salida de Cromañon y estaba donde Cristo perdió el botijo, iba a llegar tardísimo y daría muy mala impresión a los Chenchos -que todo el mundo sabe que son unos tipos muy serios, secos y cortantes-.
Llamé a Deivid -que ya llevaba dos dias desplazado a Tarabusi- y le dije lo que había pasado y aproveché para pedirle unas indicaciones.
Una media hora más tarde llegúe a Tarabusi. Desde luego por fuera no era ninguna maravilla de la tecnología; una garita de seguridad sin guardia, un monton de barracones cochambrosos, un parking para cuadrigas -o eso parecía-... Deivid salió para ayudarme a entrar y encontrar los despachos. Había algo raro en él; algo inusual: no llevaba ni traje ni corbata, el cabrón. Me vió, se rió y me dijo: "¡Uy! ¿no te dije que no hacía falta venir en traje?". Más de 30º y yo con traje como un gilipollas; empezamos bien.
Sobre nuestra estancia allí sólo diré que si no hicimos el mayor de los ridículos, el panoli y el imbécil fué, sencillamente, pura suerte. Nuestras capacidades técnicas se vieron superadas por el hecho de que no teníamos ni puta idea de cómo funcionaba el sistema de los cojones. Y esa fué la génesis de pringlebrown: en uno de los muchos ratos que aprovechábamos para escondernos en el despacho, lejos de los operarios, comenzamos a lamentarnos de la que nos había caido. Que si menudo marrón, que si que pringaos somos, pringle, brown,... ¡llegamos a pensar hasta títulos de pringlecanciones!
Ah, estando allí sufrimos un incendio y una inundación. Voló parte del techo, nos echaron arena en la fundición, los baños eran asquerosos y los chenchos... algún día os hablaré de ellos. Pero recordad: ¿qué es lo peor que te pueden hacer? Es el mantra de los pringlebrowns.
3 comentarios:
Zorionak pringles!
Declaro el 12 de julio (julai para los angloparlantes) como día del orgullo pringlebrown.
Jajajajaja, lo de "Born to be Brown" mola!!!!
Yo me pido una!!!! XD
Seré pringada, pero me piro de vacaciones, iujuuuuu!!!
Uy, iuju no, mejor... iuuuuu!!!
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