lunes, 29 de junio de 2009

Green Apple Bookstore.

Me gusta leer guías de viaje; es una de mis aficiones. No sólo para conocer los sitios de visia recomendada, y posiblemente obligada, de mis destinos vacacionales, y así apovechar mejor el tiempo; me apasiona conocer su historia, su leitmotiv, la razón de su existencia... en resumen, para empaparme bien, para que la experiencia sea aún más enriquecedora.,

Pero las guías más típicas, comerciales, suelen ofrecer información muy similar y, admitámoslo, la base de las mismas suele ser idéntica. Si cogemos dos gúias diferentes de un mismo lugar, una vez traspasadas las capas superficiales -como pueden ser fotografías, estilo...- lo que resta, la esencia, es exactamente lo mismo.
Miles de personas visitando los mismos lugares por los mismos motivos, haciendo las mismas fotos... ¿No es un poco clónico?
Yo suelo intentar alejarme del rollo más mainstream, perderme o dejarme llevar, y descubrir fascinantes sitios, personas o comercios diferentes, que hagan de mi viaje una experiencia única e irrepetible. Por eso mis guías favoritas suelen ser las menos comerciales, las "raritas", las que hablan de cosas infrecuentes, prohibidas, misteriosas... También son las más dificiles de encontrar.

San Francisco es una ciudad jodidamente literaria. Escritores como Dashiell Hammett, Jack Kerouac, Robert Frost, Jack London y sus inmortables obras lo prueban. Y vaya si se nota, amigos.
En todas las guías de esta ciudad que ojeéis mencionarán indefectiblemente una -y sólo una- librería: City Lights Bookstore. Podríamos decir que esta librería y su dueño, el señor Lawrence Ferlingetti, junto con sus muchos amigos de aquellos tiempos -los años 50- fueron el epicentro del llamado movimiento Beat: jóvenes contestatarios y antisistema, sexo, alcohol y drogas; los claros precursores de los Hippies y, al menos para mí, más auténticos y salvajes. Y la librería aún sigue siendo contestataria y, si no del todo antisistema, sí alternativista.
No me entendáis mal, me encanta City Lights Bookstore. La he visitado múltiples veces, he pasado largos ratos perdido entre sus libros y he comprado varios -alguno publicado por ellos mismos-. Pero ya hay mucho escrito sobre el ello, de gente que escribe mucho mejor que yo, con más datos y tal. Y miles de turistas lo visitan cada año.
Hoy vengo a hablaros de otra librería de esta ciudad que me gusta incluso más.

Green Apple Bookstore
está situada en la avenida Clement, en el distrito de Sunset. Mirando desde fuera no se observa nada que la diferenia en exceso de otras librerías de viejo -que son cada vez menos-, con carritos de libros atestados, precios irrisorios, de saldo, atestando la fachada.
Pero si entráis, descubriréis un sitio cojonudisísimo: una impresionante cantidad de altas estanterías atestadas de libros -nuevos y usados-, divididas entre la planta principal y los varios anexos, pisos y locales adyacentes que han ido adquiriendo y uniendo mediante el derribo de tabiques o adición de escaleras, cada uno de ellos bautizado con el nombre de un tipo de manzana -Red Delicious, Granny Smith, etc-.
A primera vista puede parecer una distribución extremadamente caótica, con todos esos pasillos entre estanterías y libros, en diversas estancias y alturas, que dan la impresión de que encontrar un ejemplar en concreto debe de resultar imposible en ese antro de libreros locos. Pero entonces los ojos topan con las decenas de carteles rebosantes de humor y precisas indicaciones que nos dirigiran dónde deseemos. Además, es fácil hacerse con un plano de la tienda; están distribuidos por todas partes.
El lugar derrocha creatividad y amor a los libros por los cuatro costados. Su rollo bohemio y underground, con esa curiosa distribución casi tridimensional, nada cuadriculada... es una delicia. Y bastante parecida a la de City Lights, aunque más alegre y actual.

El catálogo del que disponen es ridículamente inmenso. Yo he sido capáz de encontrar una extraña guía de viaje que llevaba mucho tiempo buscando infructuosamente. Es una guía de lugares escabrosos, sombrios y terroríficos. ¡Ellos tenían dos copias a $8! Además, encontré otro libro del estilo que no conocía: una guía de viaje sobre lugares de alto secreto del gobierno y amiguitos... ¿alguien ha dicho Area 51?
Las temáticas que se tocan son de lo más variadas, también. Desde la teoría socialista hasta los juegos de mesa más tradicionales o modernos, pasando por la filosofía, cocina del mundo...

Id.

viernes, 19 de junio de 2009

Musée Mécanique, San Francisco.

Cuando visité por primera vez este museo, allá por febrero, supe que tenía que hablaros de él en el blog. Obviamente no lo hice, pero hoy he vuelto a visitarlo, y esta vez con la intención de escribir un post sobre ello. Y que me lo paso como un enano también ayuda.

El Musée Mécanique es una auténtica joya situada en los muelles del Wharf Area de San Francisco -concretamente en el 45, al final del todo-. El Wharf Area es visita obligada para todos los turistas que visiten esta preciosa ciudad y suele estar muy concurrido; no en vano se concentran en esta zona desde el Ferry Building -con sus tiendas y preciosas vistas del Bay Bridge-, hasta Ghirardelli Square, The Cannery, Pier 39, ferris a Alcatraz y decenas de otros lugares, marisquerías, el famoso pan Sourdough... en fin, que la mitad de la guía turística se resume en estas dos millas de paseo. Y en las guías que yo he leido ni siquiera se menciona este museo, lo cual es una pena. Pero bueno, para eso estoy yo, ¿no?
Pero si no se viene a San Francisco en rollo turista, eso no es excusa para pasar de largo por el museo, ya que está a tiro de piedra del centro y no os robará mucho rato. Y bien merece una visita.

Ahora imaginaos un pabellón del muelle 45 de San Francisco repleto de antiguas máquinas mecánicas arcade. Sí, de las que funcionan con un quarter o dos y tienen pistolas que lanzan bolitas de plomo, mueven una pianola, predicen tu futuro o te dan una descarga eléctrica. ¡Eso y mucho más es lo que encontraréis aquí!

Adentrarse en este museo es dar un salto atrás en el tiempo; contemplar estos artilugios casi mágicos manufacturados a partir de materiales hoy prácticcamente en desuso para tales menesteres -maderas nobles, plomo, zinc-y verlos cobrar vida por el módico precio de 25c... casi dan ganas de ponerse unos ropajes Victorianos y deambular por entre estas maravillas dejando caer nuestro monóculo debido al asombro que nos producen.


A los 11 años, un muchacho llamado Dan Zelinsky -hasta el nombre lo tiene perfecto- comenzó a coleccionar pequeños juguetes mecánicos. Poco a poco, y con mucho ingenio, su colección fué haciendose más grande, posiblemente única. No en vano podemos encontrar, en el mismo Musée Mécanique, una rareza como es una motocicleta accionada a vapor.
Y además de eso decenas de divertidas máquinas totalmente funcionales con las que gastarse unos dolares es una experiencia divertidísima. ¿Y lo mejor de todo? No es nada caro y con poco dinero te lo pasas como un crío. En serio, es realmente divertido.

No he tenido la oportunidad de conocer al señor Zelinsky, pero me da la sensación de ser un hombre terriblemente entrañable. Y, bueno, si encuentra este humilde blog, entiende el castellano y aún así quiere conocerme... ¡yo encantado!
Sí charlé en cambio, con un empleado del lugar a causa de unas gafas extraviadas que yo había encontrado en una de las máquinas. Gafas que, por cierto, eran suyas, y con una enorme sonrisa en su rostro quiso recompensarme dándome 75 centavos para jugar en las machines.
El señor no podía ser más acorde con el lugar: de unos 55 o 60 años, grandote y sonriente; extremadamente amable y agradable. Las gafas que encontré eran suyas, sí, ¡pero es que además llevaba otros dos pares puestos uno sobre otro! Me recordó a uno de esos inventores lovos de las películas infantiles. ¡Qué tipo tan genial! ¡Qué sitio tan genial!

Mis predilecciones personales son las maquinitas de pegar tiros, las de jugar contra otra persona y en las que puedes ver acontecimientos como el terremoto de San Francisco en 3D del año de maricastaña. Pero las pianolas y chismes mecánicos que parecen vivos también merecen una monedita, así como las brujas que predicen el futuro... ¡es la caña!


jueves, 18 de junio de 2009

Twikini.

Una de las cosas que hice para que no me predierais la pista antes de venirme a USA fue hacerme una cuenta de Twitter. Y, claro, como tengo un smartphone chulísimo de la muerte con Windows Mobile 6 -Sony-Ericsoon Xperia X1-, y soy un jodido geek-nerd, me puse a probar clientes de Twitter para dicho SO.
El primero que probé fué el popular Tiny Twitter. Lo probé, sí, y lo quité en apenas un par de días, porque no había modo de que me dejara actualizar mi Twitter desde él, lo cual le hacía perder el 60% de su utilidad siendo generosos.

Y ya, investigando, encontré el Twikini y, bueno, me decidií por él. Llevo dos semanas dándole caña por toda la ciudad de San Francisco, actualizando el Twitter cuando encuentro una WiFi, leyendo los Twits de los amigos...
Y estoy encantado con él; es cómodo, rápido, bonito... La única pega es que no es freeware. Y no so voy a engañar, me hubiera puesto a buscar un serial para hacerlo funcionar... pero resulta que, si eres un blogger y haces un comentario de la aplicación, poniendo un screenshot y un enlace a http://www.trinketsoftware.com/Twikini ¡te regalan uno! Pues bueno, yo ya he cumplido :D

Pero, en serio, es bueno de verdad.

miércoles, 17 de junio de 2009

Diáspora pringle, primera semana.

Hoy hace una semana que me encuentro en tierras californianas; tiempo que he dedicado principalmente al aclimatamiento y relajo. Y es que, al menos así lo creo yo, el Jet-Lag es más pronunciado cuando la estancia va a ser más larga. Supongo que es por que, cuando sólo se tiene una semana para visitar un lugar, forzamos a nuestro cuerpo a ponerse en marcha aún dejándolo exhausto, para descansar una vez de vuelta en el hogar. Y ya en el hogar se está tan agotado que no queda otra que descansar de modo extraordinario.
En cambio, si disponemos de tiempo, nos lo tomamos con más tranquilidad y el cuerpo se rebela y se vuelve loco con la diferencia horaria. O así lo he sentido yo, al menos. O tal vez sólo sea que traía una importante falta de sueño de casa.

Además, habréis podido comprobar que no he escrito nada en el blog desde que llegara. No es que no haya hecho nada digno de contaros, amigos; más bien al contrario. Lo que ocurre es que una vez en el apartamento, no me venía a la mente la manera de contaros las vivencias y sentimientos que he ido acumulando. Aunque he utilizado bastante el miniblog -Twitter- y la geolocalización de Google Latitude para que no me perdierais del todo la pista. Y no se si habréis visto que he subido un par de pequeños videos.

¿Qué he hecho esta semana? Pues aclimatarme dando largos paseos; este barrio, uno de los más carismáticos, típicos y míticos de San Francisco, es una maravilla. Y realmente tranquilo, además. Pena de cuestas... Pero si voy calle abajo llego a Grace Cathedral, donde hay un precioso parque donde la gente disfruta de un momento de solaz. Y depende del sentido de la caminata, más allá está China Town, pasando por la zona italiana. Siguiendo otro camino llegaremos a la fabulosa y turística Wharf Area. Un sitio impresionante. Y si se sigue por los muelles, un paseo de una milla o así, se llega al distrito financiero.
Claro que no es del todo necesario pegarse tales caminatas; el sistema de transporte público me ha sorprendido muy faborablemente. Especialmente el trolebús que cogemos por las noches, para volver a casa: el 45. Desde el distrito financiero hasta Russian Hill pasando por China Town y la zona italiana. Claro que, como todo lo que pase por CT, suele estar bastante concurrido.

También he podido usar un par de bibliotecas públicas de la ciudad. Y, amigos, es un sistema que me gusta mucho. Son pequeñas bibliotecas repartidas por los barrios con un sencillo y ágil sistema informático para gestionar los préstamos. Y mucha variedad, además.
Yo he cogido "El halcón maltés" de Dashiell Hammett. Joder, es que estoy leyendo una fantástica historia escrita con jodida maestría a escasa distancia de donde transcurre la acción. Si eso no es meterse en la historia... Además, en la última novela que leí en casa, "Sólo un muerto más" del grandísimo Ramiro Pinilla, el protagonista está obsesionado con Hammett. Y, bueno, tengo tendencia a esto de encadenar cosas.

Los supermercados son otra cosa que estoy experimentando. Hay tanto cadenas como independientes; las 2 cadenas mayoritarias que he visto hasta el momento son Safeway y Trader Joe's. Mención especial este último que vende exclusivamente marca blanca -la suya- y además tiene un trato muy de colegueo, muy cercano amigable para con el cliente. A mí personalmente me encanta.
Los supermercados independientes que he visitado están indefectiblemente regentados por chinos, y chinos son la mayoría de los clientes.
Pero sobre todo, una cosa que tienen que aprender en nuestros supermercados es que, aquí, ¡ellos te embolsan la compra! ¿Porqué? ¡Por qué tú pones la pasta, nena!

Pero lo principal, lo que más me ha gustado, es que he dejado de ser un turista más, a ser un viajero. A no correr para ver todas las cosas que se supone has de ver, sino a vivir como si fuera uno más. A conocer a gente, gente maravillosa, la familia que me ha acogido y prácticamente adoptado. Gente amable, hospitalaria y cariñosa, que me saluda con besos y abrazos y a los que beso y abrazo como a mi propia familia.
Y a observar la vida local desde dentro, a ensanchar mis horizontes, a recoger experiencias. Conversar y escuchar. Dar y recibir.

Y ahora, me voy a dar una duchita, voy a ir a tomar un small triple latte -lo más parecido a un cortado que he encontrado- a Peet's coffee con esta encantadora señorita, dar un paseo y después al cine.

miércoles, 10 de junio de 2009

Día 1: Mundaka-Munich-San Francisco.

Joder, estoy hecho polvo. Me encuentro a bordo del vuelo LH458 de Lufthansa, un Airbus A340-600. Me duele la cabeza, cosa comprensible teniendo en cuenta que el aire acondicionado del cancarro este es tan seco que está secando el papel sobre el que escribo.

Llevo... 17 horas de viaje, y en el huso horario del que partí es la una y media de la madrugada. En el de destino, en cambio, son las 16.30. Según el monitor que tengo delante ahora mismo estamos sobrevolando la Columbia Británica, y aquí son las... ni puta idea.

Este es mi segundo Lufthansa del día. El primero, que me ha llevado de Loiu a Munich, era sin duda el avión más enano en el que he montado nunca. Si me llegan a decir que es un avión de Playmobil me lo creo. ¡He tenido que agacharme para entrar y salir! Y prácticamente mi cabeza tocaba el pecho, perdón, techo del pasillo. Afortunadamente me ha tocado un compañero de asiento simpático (afortunadamente, porque estábamos realmente cerca). Un canadiense con el que he ido compartiendo anecdotas y videos de Youtube.

En el que ahora me encuentro, este, en el que llevo 10 horas, es mucho más grande y funcional. Además, me han puesto en una fila con salida de emergencia. Lo cual significa que, si bien las vistas son nulas, tengo mucho espacio para estirar las piernas, cosa que se agradece una barbaridad. De todos modos me duelen la espalda y el culo de estar aquí sentado, y ya no sé que postura poner sin que se me resienta mi maltrecho cuerpo, y me da apuro bajar a los servicios, que van a pensar que tomo drogas, o me toco o algo. Esto es desesperantes.
Por cierto, que mucho espacio para las piernas, pero maniobrar para comer sigue siendo una pesadilla. Me he hecho dos lamparones con dos comidas distintas.

Una cosa os voy a decir sobre los viajes desde Europa a la Costa Oeste: son un coñazo.
He visto cuatro películas (que ver Slumdog Millionaire rodeado de indios, algunos de ellos roncando, es una de esas experiencias por las que vale la pena viajar), y me he leido ciento y algo páginas de Estambul, por Orhan Pamuk; magnífico libro que merece mucha más atención de la que puedo ofrecerle con el constante ruido del motor. De todas formas, casi que prefiero que los motoores sigan en marcha hasta llegar...

Una cosa que me ha llamado mucho la atención es que en estos tiempos de seguridad en la aviación donde hace rato se pasó el límite de la paranoia, con cosas ridículas como la de no poder llevar líquidos de más de 100ml -que yo sepa nadie dice que no puedas llevar 50 botes de 100ml-, aquí a la hora del almuerzo, cena o lo que cojones fuera, nos han dado cubiertos de verdad. ¡Hasta cuchillo! Mr ha sorprendido para bien,

Y antes de que se me olvide: está muy bien que la compañía ponga una sala de espera agradable, con asientos cómodos y televisores, como el de Munich, pero tal vez no sea la mejor idea poner las noticias donde hablan del Air France accidentado justo antes de embarcar en un Airbus. Que si había algún aprensivo, anda que le ayudaron a subirse en el avión.

Varias horas más tarde...

Hala, ya estoy instalado. ¡Y tengo acceso a una WiFi abierta desde la cama! No se puede tener más potra :D

Me encuentro en un apartamente en Filbert Street (Russian Hill). Una de esas calles que habéis visto mil veces en la tele -sí, con cuestazas de las gordas-, en un apartamento en el que bien podría vivir el señor Monk. Ya postearé foto si eso.

lunes, 8 de junio de 2009

Sportacus in Lazy Town.

Como tengo la fortuna de no tener que madrugar e ir a la mina durante cierto tiempo, mientras hago otras cosas suelo aprovechar para ver esos grandes grandísimos programas que dan en la tele por las mañanas. ¿Es que sólo los parados y amas de casa tienen derecho a ver clásicos como Walker, Texas ranger y El Coche Fantástico? ¡No es justo, joder!

Pero también me he topado con cosas desasosegantes. Y no me refiero a que TVE le diera la patada de Saber Vivir a Torreiglesias, no. Me refiero a un programa infantil -que de hecho estoy viendo ahora- que es, joder, como mínimo rarito.

Se trata de Lazy Town -Villa Perezosa en la versión española-. Es un pueblo en la mitad de ninguna puta parte, donde todos los habitantes son, además de muñecos de látex -muy logrados, eso sí- unos vagos redomados. Sorprendente, teniendo en cuenta el nombre de la villa, ¿no?
Un buen día llega a esa ciudad una niña llamada Stefanie que... joder, ¡es rosa! Pero hasta el pelo lo tiene rosa, y tiene un puto diario de peluche rosa con un corazón rosa en la portada. Sí, es la moñez impersonada.

Bueno, el puto pueblo, lleno de tragones y vagos de mierda -parece el congreso de los diputados-, va camino a un ataque al corazón masivo y tal, de la mano del malo -que es un puto imitador de Jim Carrey-. Pues hace falta un puto héroe que les salve. Dicho héroe es un vigoréxico llamado Sportacus -tiene cojones el nombrecito- que en un pueblo normal tendría una orden de alejamiento para con todos los críos, que no puede tener más pinta de pederasta, el cabrón.
El Sportacus de las pelotas vive en un puto zepelín sobre la villa, y no es capaz de moverse con normalidad. Para ir del punto A al punto B, en vez de andar -o correr que para eso es deportista- el muy notas se tiene que dedicar a dar saltos y piruetas como un puto saltimbanqui espídico. ¡Ni atarse los zapatos lo hace normal! Todo el rato tiene que andar haciendo molinillos, piruetas, poses y gilipolleces para que se le acerquen los niños y poder "jugar" con ellos y "enseñarles cosas buenas". Un asaltacunas en toda regla.

¿Así cómo van a salir normales los críos?

domingo, 7 de junio de 2009

Yupi se va a vivir una aventura espacial...

... vamos todos con él, ¡es la hora de imaginar!
Bueno, Yupi no se si se va, pero el humilde autor de este blog sí. Ya me gustaría que vinierais conmigo, Pringlecillos. Pero volveré, creo. Y si no vuelvo espero que vosotros vengáis a visitarme, ¿eh?

Anoche mis queridos hermanos Pringlebrown y yo nos reunimos para una opípara cena y una noche de jarana. Corta, a nuestro estilo, pero intensa y francamente divertida. ¿El motivo? Pues mi marcha allende los mares, y pasar un buen rato, como simpre.

Nos reunimos en Indautxu, en nuestra tienda de tetas favorita, llamada Mármara, a tomar un algo y esas cositas buenas. ¡Y mis queridos Pringle me dieron un sorpresón! Los muy cabrones, en compló, han estado urdiendo a mis espaldas un siniestro plan: ¡me han hecho regalos!
Y qué regalazos, además. Una guía Moleskine -me encantan los Moleskine- de la magnífica ciudad de San Francisco, el único ejemplar concido del Pringlebrown manifesto, y una taza ¡serigrafiada con ovejas marrones!
La verdad es que no me lo esperaba para nada y, joder, espero que no lo notaseis pero me emocioné. Nada que unos tragos y unas risas no solucionaran luego.
Ahora en serio: gracias a todos, tíos. Sois los putos amos. Os voy a echar de menos.

La cena, en un restaurante llamado Lúpulo, estuvo la mar de bien. Vamos, carnaza y más carnaza :D Allí estábamos tratando de dilucidar qué cerveza y en qué formato ibamos a pedirla cuando la chica nos dijo que nos podía sacar una "jirafa" -que no es otra cosa que una jarra enorme con grifo-... según Lery me hicieron los ojos chiribitias :D
Luego y como es preceptivo, nos fuimos de bares. Concretamente en uno muy pijo de Pozas, con un Jameson en mi mano, hicimos un brindis por el gran David Carradine y su habilidad con los nudos marineros.
¡Y qué grande el niño sobón!



P.S. Deivid, ¿qué tal salió la cena? ¿como si Nacho Vidal te violase de dentro afuera?

viernes, 5 de junio de 2009

Si cambio mi vida, cambio el blog.

Llevo una semana fuera del mundo laboral y no he publicado una puta línea en el blog. Y direis vosotros: "joder, ¡qué perro está el puto 20R3Mun! que no escribe una mierda!". Pues sí, he estado muy perro y me he rascado bastante las pelotas (es que las cuerdas me hacen rozadura, que os lo diga David Carradine -grande-), no como vosotros, que estábais trabajando y soportando a la gente mala :D

Pero además de eso, he estado un poco liado con los preparativos para el viaje. Y con preparativos no me refiero solamente a listas de lo que tengo que llevar, maleta, seguros y demás, no. Aunque os cueste creerlo, también he estado pensando cosas para vosotrs, hijos de fruta. Sí, sí, para vosotros.

Como en este viaje no tengo ningún plan establecido, tampoco sé si podré escribir entradas como FSM manda. Ni tampoco si me dará la gana hacerlo, vamos :D Pero varios me han pedido el poder seguirme, en la distancia, mediante este nuestro blog. Pues bien, he dedicado no pocos esfuerzos a esta encomienda. A la derecha de esta entrada veréis que he colocado una ventanita donde se irá actualizando de manera lo más regular posible, con pequeños comentarios y tal. que un servidor irá poniendo en Twitter. Además estoy trasteando con una aplicación móvil llamada GPStwitter que me permitirá no sólo minibloguear (sí, a lo del twitter le voy a llamar miniblogging, qué pasa) sino que os dirá, si todo funciona, el punto geográfico en el que me encuentro. ¿No hubiera sido esto útil para el Air France? Vale, vale, ya paro con el humor negro.

También investigo sobre la posibilidad de encastrar un API del Google Latitude en el menú derecho para que haga lo mismo, ver por dónde muevo. Y tal vez, una vez en los USA, me haga con una tarjeta prepago para emitir desde allí videos en directo (con Qik). En dichos videos pretendo mostraros, nada más y nada menos que la carretera por la que conduzco. Mola, ¿no? ¡Joder, es como estar de road tripping conmigo!
Pero todo esto son proyectos y aún me queda mucho por probar. Y le estoy robando horas al sueño, no os quejaréis.

Lo que parece que voy a tener que dejar en el tintero, al menos por ahora, es la remodelación visual del blog. El motivo no es otro que mi total nulidad con los programas de diseño gráfico y que mis pobres colegas explotados no tienen tiempo como para que les ponga un deadline (cosa que hice, por cierto) :D

Bueno, en resumidas cuentas, que no soy tan perro como créeis y que estoy poniendo medios para que me sigáis. Ya podéis dejarme comentarios, cabronazos.